
Cuando despertó, todavía estaba allí. Junto a él, como en el lugar más cálido y confortable en el que nunca había estado. Agarraba con firmeza los fornidos hombros Elvis. Pensó en ese instante que aquellos bíceps desnudos, tan sutilmente bronceados por el verano de agosto, lucían perfectos con la playera azul añil que él llevaba puesta; sin embargo, lo que más adoraba eran sus brillantes ojos color miel mirándola con ternura. Con su mano derecha le alborotó el castaño cabello solo para verlo reír, pues ella quería amontonar todas sus sonrisas para llevárselas cuando se separaran. Lanzó su vista hacia el extenso mar frente a ellos y notó que el sol se ocultaba, recordando con pesar que se les acababa el día.
Ella se había quedado dormida sobre el pecho de Elvis mientras se mecían en una hamaca de colores vistosos amarrada a dos palmeras frente a la playa. Era el último día de sus vacaciones y quizás el último con Elvis. Ella regresaría a América y él a Europa.
—¿Crees que nos volvamos a ver?—susurró ella muy cerca del oído de él. Una aguja se le clavaba con cada palabra de esa terrible pregunta.
—Preciosa Elena, no conozco el futuro, pero si me preguntas que «si creo” que nos volveremos a ver, pues sí, si lo creo. Y creer es tener fe.
Elvis necesitaba un empleo de verano, así que se postuló como socorrista en una web de empleos, quedando contratado en un campamento juvenil que se realizaría en Hawái, y al que asistirían jóvenes de todo el mundo. Elena por su parte, asistió al campamento gracias a sus padres quienes le dieron el magnífico regalo por haber alcanzado destacadas calificaciones de fin de curso.
El primer día de campamento una ola feroz arrastró a Elena hasta la orilla de la playa mientras Elvis vigilaba. Él la auxilio y la ayudo a recuperar el aliento. En ese mismo instante sus corazones comenzaron a bailar al ritmo del primer amor. Durante las tres semanas siguientes ella miraba la fecha de su billete de avión cada noche antes de dormirse, como rezándole a un santo para que aquel día no llegara.
Un «hasta pronto» ahogado entre un abrazo que hubieran deseado los fundiera en uno solo, (para no tener que separarse jamás), fue lo último que se dijeron antes abordar a sus respectivos vuelos.
!Que tierno relato, Jhoanna¡ A mi mente vienen los recuerdos de mi primer amor que tuve tambien con despedidas y promesas de volver, pero que el destino se encargo de borrar.
Sucedio en una discoteca de Baltimore, eramos dos detras de su amor y tuve la suerte de ser el elegido. Ella me decia que no iba a volver, y yo sin saber de futuro le decia que si.
Ha pasado 34 años y aun no conosco la hija que tuvimos. Ahora me atormento, y mi unico consuelo lo encuentro escribiendo.
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Guao Hernan es muy conmovedor lo que te sucedió. Pero ánimo seguro podrás encontraslas nuevamente, el tiempo no borra un lazo tan grande como lo es una hija. Te deseo mucha suerte.!! Abrazoss
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Gracias por tu comprension Jhoanna.
Pero encontrarlas se me ha hecho dificil ya que perdi todo contacto. Mi mama me quemo las cartas que recibia, no tenia memorizado el telefono solo se llegar si viajo a usa, y para completar la crisis que padecemos me cerro la frontera. Trabajo en la capitania de puerto de ciudad guayana. Espero ahorrar lo suficiente para pedir mis dolares y viajar. Esta experiencia la tuve cuando hice el servicio militar en la marina, y forme parte de una comision en baltimore en la reparacion de un buque de guerra. 1976 1978
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Sigue sorprendiendome tu historia Hernán.. De verdad deseo que puedas encontrarlas! La crisis sigue haciendo estragos, pero no hay mal que sea eterno, ya verás.
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Buenos dias Jhoanna, te escribo desde mi trabajo otra vez. Ayer estaba libre. Cuando me organize con las redes sociales entonces podre tener mas comunicacion contigo, y poder compartir mis relatos ya que tu me entusiasmas tanto que ahora no me siento solo. Estoy aprendiendo mucho de ti. Lo que hago es llegar
y me voy a mundo relatos «Donde las letras viven intensamente» Disculpa pero me falta conocer mas esta maquina en cuanto acentuaciones de palabras.
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