
Marina camina hacia el sembradío, ansiosa por comprobar si nuevos girasoles abrieron sus pétalos esa mañana; mientras él, alzado sobre la plantación, la observa con la sonrisa dibujada:
«Si tan solo pudiera tocarla… Sus rizos parecen tan suaves cayéndole sobre sus hombros perfectamente torneados… ¡Bah! ¿Con estos dedos de paja? Debo estar loco»
Ser espantapájaros no le resulta grato, pues amar en silencio duele, y él, más que nadie lo sabe.
También puede pasar a leer todos los microrrelatos del Reto: 5 líneas, Blog de Adella Brac de mes de Noviembre 😀
Si pudieran algunos que se enamoran como locos DECIR COMO EL ESPANTAPÁJAROS, ni con el pétalo de una rosa dañaría a una criatura así. Pero no, el humano es imperfecto.
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