Narrativa · Relatos

Sus demonios


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Lilian hundió el acelerador hasta el fondo y maldijo el retraso. Volvió a lamentar haber  aceptado la encomienda del director del hospital de ir sola a ese pueblo perdido a más de tres horas de la ciudad para atender un caso. Miró el sol suplicante al ver que ya matizaba el cielo de tintes naranjas, anunciando la entrada de la noche.

A ambos lados de la carretera se alzaba un extenso bosque de pinos, y a los pies de sus enormes y gruesos troncos dormían numerosos helechos y amplias alfombras de hojas secas apiladas allí por años. Ahora le parecía más sombrío y lúgubre que durante la mañana cuando iba de camino al pueblo.

No llevaba ni una hora conduciendo cuando su auto comenzó a vibrar estremeciéndose a su antojo. Bajó las ventanillas desde el control automático dando paso a una brisa fría que le puso la piel de gallina. Asomó la cabeza para dar un vistazo a la rueda delantera y de pronto esta explotó y automóvil tiró con ímpetu hacia el bosque.

Maniobró pasando entre un par de pinos y luego entre otro par; gritaba enloquecida hasta que al fin frenó contra un arrume de ramas en un terreno inclinado.

Los anteojos se le cayeron en algún momento durante la sacudida.

—¡Mierda… Estoy jodida! —dijo mientras los buscaba por el piso sin tener suerte.

Su insuficiente visión sumada a la voraz oscuridad que abrazaba el auto la hacían sentirse encerrada y diminuta ante aquella multitud de troncos. Un flash mental la transportó a cuando era niña y un secuestrador la mantuvo encerrada dentro de un cuartucho negro y silencioso por horas junto a su hermano menor.

Tenía que salir de allí, y llegar a la carretera.

El aire empezó a tornarse escaso y las sombras producidas por la luz de la luna —recién aparecida— la abrumaban en exceso pues eran deformes… parecían tener cuernos, y cola, caminar en dos patas, y algunas poseer un par de desarrolladas garras. Corrió dando traspiés entre piedras y palos secos; no tardó en caerse aparatosamente dejando todo su peso sobre la muñeca izquierda. Tirada allí, hipando y atenazada por el dolor, activó la linterna de su móvil en un intento por alejar las sombras.

—Hermano, por primera vez me atrevo a decirte que siento mucho haber huido y dejarte solo en aquel encierro—. Un chillido fino partió en dos el silencio y su corazón se sobresaltó pero continuó grabando—. Perdóname. No estuvieras muerto si yo no hubiera sido una completa egoísta.

Sus brillantes ojos azules, iluminados por la luz blanca, rebosaban lágrimas mientras recorrían diversos puntos de su alrededor.

Al amanecer dos cazadores encontraron el automóvil a doscientos metros de la carretera y, cien metros más abajo estaba Lilian. Boca arriba contemplando las ramas que durante la noche llamó bestias y demonios. El grito desgarrador que ella aseguraba era de su hermano muerto era el graznido de un búho cuyo nido se hallaba bastante cerca de Lilian. Se sentía avergonzada, pero había sido una noche liberadora.

Libros que recomiendo:

Una respuesta a “Sus demonios

  1. Fabuloso relato mi vida, como siempre, te felicito!!!!! Desde la primera frase, el lector entra de lleno en los miedos de Lilian, para acabar con un final inesperado pero lleno de esperanza.
    Un beso!!!!

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