Cuando leo cuentos, o novelas, de este nivel no puedo evitar «hurgar» en su maquinaria narrativa (¿También les sucede?). Los cinco cuentos tienen narradores hábiles que desde las primeras líneas nos hacen sentir interés en la historia. Casi de manera instantánea nos enganchan y no nos sueltan hasta el final. No hay ningún desperdicio en las frases. Cada palabra tiene una intención. La información va apareciendo dosificada e in crecedo, construyendo así una estructura perfecta.
Pueden leer los cuentos completos haciendo clic en los enlaces que coloqué debajo de los extractos.
¡Buena lectura!
Patricia Highsmith

Cuento: Oona, la alegre mujer de las cavernas
«Era un poco peluda, le faltaba un incisivo, pero su atractivo sexual era perceptible a una distancia de doscientos metros o más, como un olor; quizás fuese eso. Toda ella era redonda, su vientre, sus hombros, sus caderas eran redondas, y siempre estaba sonriente, siempre alegre…»
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Marguerite Duras

Cuento: El tren a Burdeos
«Una vez tuve dieciséis años. A esa edad todavía tenía aspecto de niña. Era al volver de Saigón, después del amante chino, en un tren nocturno, el tren de Burdeos, hacia 1930. Yo estaba allí con mi familia, mis dos hermanos y mi madre. Creo que había dos o tres personas más en el vagón de tercera clase con ocho asientos, y también había un hombre joven enfrente mío que me miraba…»
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Shirley Jackson

Cuento: El amante demoníaco
«No había dormido bien; desde la una y media, después de que Jamie se fuera y ella se metiera lánguidamente en la cama, hasta las siete, cuando se permitió levantarse y preparar café, había dormido mal, se había estado despertando por los nervios, quedándose con los ojos abiertos en la penumbra, recordando una y otra vez, sumergiéndose a cada rato en un sueño febril…»
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Virginia Woolf

Cuento: La señora en el espejo: un reflejo
«La gente no debiera dejar espejos colgadosen sus habitaciones, tal como no debe dejartalonarios de cheques o cartas abiertas confe-sando un horrendo crimen. En aquella tarde deverano, una no podía dejar de mirar el alargadoespejo que colgaba allí, fuera, en el vestíbulo…»
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Clarice Lispector

Cuento: La imitación de la rosa
«Antes de que Armando volviera del trabajo la casa debería estar arreglada, y ella con su vestido marrón para atender al marido mientras él se vestía, y entonces saldrían tranquilamente, tomados del brazo como antaño…»
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***La imagen principal es propiedad de: Pamslaats.
¿Te gustó alguno alguno? ¿Cuál? Te leo en los comentarios 🙂
He leído más extensa e intensamente a la Highsmith y a la Lispector porque tienen enfoques seductores de la narrativa femenina (Es como si -y que me disculpe la corrección política- los constructos de su tiempo respecto al rol de las mujeres se trasmutase a sus voces narrativas: Encantar, fascinar, atraer, así sea a una trampa). Virginia, me parece, se cuece aparte y en un altar: Magnífica su poesía en prosa y su humor tan británico. A la Jackson apenas la voy descubriendo y de la Duras sólo puedo decir que me ha gustado lo que he leído, sin más. Gracias por materiales como éstos Janna. Abrazo, amiga
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Wow, qué estupendo tu aporte 😀
Sobre Virginia Wolf pienso como tú: es otra «cosa». Su estilo y lo adelantada para su época, es sorprendente leer cualquier texto suyo.
De Shirley Jackson he leído La Lotería y La maldición de Hill House, de la que hay una serie en Neflix. Me interesé en ella porque Stephen King ha hablado de ella muy bien de ella.
Un abrazo amigo, siempre es un gusto verte por aquí
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