Análisis y reseñas · Narrativa

Análisis: Ojos Verdes – Gustavo Adolfo Bécquer


La leyenda, Ojos verdes, del autor sevillano Gustavo Adolfo Bécquer fue publicada el 15 de diciembre de 1861. Es una narración del género fantástico que trata sobre un demonio femenino que mora en las aguas de un manantial a las faldas del Moncayo: la fuente de los Álamos.

Bécquer encontró su inspiración en los múltiples cauces del portentoso monte del Moncayo en la provincia de Soria. Hay quienes afirman que el escritor sevillano se refería a la Fuentona de Muriel.

Como en otras leyendas de Bécquer, Ojos verdes, tiene una estructura lineal que se compone de un antecedente o introducción, un nudo en el que se plantea una prohibición o problema, y finalmente un desenlace en el que ocurre el castigo por no acatar los avisos dados.

Trama

Durante una batida de caza, Fernando de Argensola, hiere a un ciervo que luego sale huyendo hacia los matorrales en dirección a la fuente de los Álamos. Fernando exige que le sigan el rastro al animal, pero su montero, Íñigo, se niega alegando que en dicha fuente habita un espíritu del mal. El joven, desoye las advertencias y decide ir tras el ciervo hasta la fuente. Finalmente allí, en el agua cristalina del manantial, vislumbra a una hermosa dama de la que queda perdidamente enamorado. Hechizado por sus ojos verdes cae a la fuente donde es apresado.

Estructura

Inicio: Bécquer anuncia que unos ojos verdes casi indescriptibles, que se hayan en su memoria por razones que desconoce, lo han impulsado caprichosamente a escribir el relato que a continuación procede a contar.

Nudo: Se divide en dos partes. En la parte I, Fernando de Argensola, Íñigo, los pajes, los perros, los caballos y demás hombres están cazando en las faldas del Moncayo. Fernando hiere al ciervo pero a pesar de estar herido logra huir. Lo persiguen pero cuando ven que toma el camino de la fuente de los Álamos, Íñigo, detiene la persecusión alegando que es imposible. Fernando se enoja pues no quiere perder a su primera pieza de caza y cuando le reclama a Íñigo este le cuenta que en la fuente de los Álamos habita un espirítu del mal. Fernando se aventura a ir solo tras el ciervo sin importarle las supersticiones opiniones de Íñigo.

En la parte II, se narra que unos días después de la cacería (una elipsis), Íñigo nota que Fernando de Argensola se encuentra apático, con mal aspecto y poco interesado en lo que antes ocupaba sus días. Fernando le revela al montero que desde el día que fue a la fuente de los Álamos por primera vez había visto en el fondo de la fuente los ojos verdes de una bella mujer. Y que desde entonces había vuelto cada mañana a la fuente para pasar el día allí y hablarle. Íñigo, asombrado, le advierte nuevamente que no vuelva a la fuente jamás, pues acabará muriendo.

Desenlace: En la parte III, Fernando de Argensola se encuentra en la fuente de los Álamos. Está desesperado, dispuesto a todo por abrazar y besar a la mujer del agua. De rodillas le confiesa su amor y le ruega que le hable. Por fin ella le responde diciéndole que lo ama aún mucho más que él a ella, y que si se deja llevar al fondo del manantial ella le dará una felicidad superior a la que jamás recibirá del mundo. Cuando la noche empieza a cernirse sobre el lago la mujer lo guía hasta la orilla del abismo en el que ella lo espera diciéndole «ven». Y de un momento a otro Fernando se haya atrapado por las aguas.

Puedes adquirir este libro con todas las leyendas y rimas de Bécquer en Amazon. A mi me encantó porque también incluye una interesantísima biografía de Bécquer y un análisis de su poética y el estudio de las fuentes de las que bebe su narrativa.

Personajes

Protagonistas:

Fernando de Argensola: El primogénito de los marqueses de Almenar, un joven impetuoso, caprichoso e idealista. Es amante de la cacería y no le importa pisotear las opiniones de los demás ni las creencias populares.

La mujer de los ojos verdes: Un espíritu del agua, una mujer hermosa, pálida, con cabellos rizados y rubios, pestañas también rubias y brillantes, y ojos verdes esmeralda. Vestida con ropas largas y velo. Vive en la fuente y puede flotar o suspenderse en el aire.

Secundarios:

Íñigo: El montero mayor de los marqueses con cuarenta años de servicio. Es un anciano sabio que conoce desde niño los peligros de ir a la fuente de los Álamos.

Tiempo y lugares

La leyenda, Ojos verdes, está ambientada posiblemente en la baja Edad Media o la alta Edad Moderna. Podemos hallar como evidencia de esto que el protagonista es un noble que vive en el castillo con sus padres los marqueses de Almenar.

Las escenas ocurren en lugares reales y ficticios. Los lugares reales son los bosques del Moncayo (provincia de Soria) y el salón del castillo de Almenar (provincia de Soria). Y el ficticio, es la fuente de los Álamos.

Narradores

Estamos ante un narrador omnisciente, que narra la historia en tercera persona y con la capacidad de conocer la mente de los personajes. A su vez es un narrador externo pues no participa de los acontecimientos.

Descripciones

La descripción es el conductor fundamental que utiliza Bécquer para sumergir al lector en una atmósfera de misterio e inquitud, convirtiéndolo en un verdadero testigo de lo que ocurre. Es a través de sus descripciones casi cinematográficas que da a conocer las características de los personajes, la naturaleza que los rodea y el espectro femenino de la fuente.

Para describir la naturaleza del entorno a la fuente, Bécquer utiliza un tono melancolico y lúgubre dándole un tinte sobrenatural. A su vez, golpea todos los sentidos del lector al describir colores y sonidos de todo tipo: coloración de las algas y las flores, los susurros y rumores del agua en cada rincón de la misteriosa fuente.

Mira, la fuente nace escondida de una roca y cae resbalándose gota a gota por entre las verdes y flotantes hojas de las plantas que crecen al borde de su cuna. Las gotas brillan como puntos de oro y suenan como notas musicales, y susurrando, con un ruido semejante al de las abejasen torno de las flores, se alejan por entre las arenas, y saltan, y huyen, y corren, unas veces con risa, otras con suspiros, hasta caer en un lago. En el lago caen con un rumor indescriptible. Lamentos, palabras, nombres, cantares, yo no sé lo que he oído en aquel rumor cuando me he sentado solo y febril sobre la piedra a cuyos pies saltan las aguas de la fuente misteriosa para estancarse en una balsa profunda, cuya inmóvil superficie apenas mueve el viento de la tarde.

Ojos verdes, página 304.

Y por supuesto, Bécquer describe de manera minuciosa e hipnótica a la dama de la fuente. Nos muestra su aspecto fantasmagórico, pálido y su tacto gélido; descripciones cruciales para que el lector viva el elemento fantástico. Además, la ajusta al canon de belleza de la época medieval.

Metáforas y símiles

El autor sevillano usa su elevada capacidad para crear imágenes preciosas mediante metáforas únicas. Veamos algunas de las más resaltantes:

He dejado a capricho volar la pluma.

Caballo y jinete partieron como un huracán.

Las gotas brillan como puntos de oro…

Sus cabellos eran como el oro; sus pestañas brillaban como hilos de luz

Ella era hermosa, hermosa y pálida como una estatua de alabastro.

Uno de sus rizos caía sobre sus hombros, deslizándose entre los pliegues del velo, como un rayo de sol que atraviesa las nubes.

En el cerco de sus pestañas rubias brillaban sus pupilas, como dos esmeraldas sujetas en una joya de oro.

un suspiro débil, doliente, como el de la ligera brisa entre los juncos.

Evolución del personaje: Fernando de Argensola

Depués de la elipsis del relato (lapso de tiempo que transcurre entre que Fernando de Argensola va por primera vez a la fuente y el día en que Íñigo conversa con él) encontramos a un Fernando que ha cambiando notablemente. Ya no es el muchacho vital y enérgico que iba de cacería, sino que se la pasa metido en sus cavilaciones, pálido y apagado de ánimo. Cada de mañana va a la fuente a sentarse en sus orillas y a hablarle a la mujer de los ojos verdes; y vuelve al castillo poco antes de anocher. Es decir, durante la elipsis, Fernando se ha convertido en un hombre irracional, enajenado, producto de la acción de ese ser sobrenatural de la fuente que se ha ido apoderando poco a poco de él.

Temas

Como es habitual en las narraciones de Bécquer, en Ojos Verdes encontramos temas como el amor irracional, que lleva a los personajes a cometer actos temerarios, la mujer como causa principal de la perdición del hombre y las consecuencias negativas del contacto con lo sobrenatural.

Otro tema del relato es el narcisismo. Fernando de Argensola, sucumbe ante las promesas de felicidad de la mujer no solo por el amor desmedido que siente hacia ella sino porque ella supo encontrar una de sus debilidades: el narcisismo.

Fíjense en lo que ella le dice:

«No soy una mujer como las que existen en la tierra; soy una mujer digna de ti, que eres superior a los demás hombres«.

Ojos verdes, página 307.

Opinión sobre el final

Ojos verdes tiene un final abierto. La teoría principal es que Fernando de Argensola murió ahogado al caer en la fuente y la mujer de los ojos verdes tan solo le mintió para que así ocurriera.

La otra teoría es que, después de morir, pudo ser feliz en el fondo de las aguas de la fuente con la dama de los ojos verdes. De alguna manera sobrenatural pudieron amarse en su lecho de algas esmeraldas y corales.


2 respuestas a “Análisis: Ojos Verdes – Gustavo Adolfo Bécquer

  1. La perfección de las rimas en tanto y en cuanto a la construcción estilística y el empleo de recursos que otorgan una conclusión ceremonial mediante la exactitud de las rimas consonantes (refiriéndome a las rimas en tanto y en cuanto, construcción perfecta estilística sin embargo, de lílote con respecto a su contenido connotativo trascendental; CD acabada su creación en las leyendas románticas. De alto contenido que se yuxtapone a la vez que se sobreponen en la incertidumbre que manifiesta la subversión de la realidad tan típica del género fantástico. Ceremonial su análisis
    Muy profesional. ⭐⭐⭐⭐⭐

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  2. —¿Sabes tú lo que más amo en el mundo? ¿Sabes tú por qué daría yo el
    amor de mi padre, los besos de la que me dio la vida y todo el cariño que
    puede atesorar las mujeres de la Tierra? Por una mirada, por una sola
    mirada de esos ojos… ¡Mira cómo podré yo dejar de buscarlos! Dijo
    Fernando estas palabras con tal acento, que la lágrima que temblaba en los
    párpados de Íñigo se resbaló silenciosa por su mejilla, mientras exclamó con acento sombrío: —¡Cúmplase la voluntad del Cielo!»
    Se trata de un fragmento muy interesante desde distintos puntos de vista.
    En primer lugar, prestamos atención a la relación que existe entre la expresión
    «por una sola mirada» y la rima XXIII de Bécquer en la que el poeta ofrece «Por
    una mirada, un mundo» (Bécquer 2003:39). Tanto en la rima, como en la
    leyenda, Bécquer está dispuesto a ofrecer todo el mundo por una sola mirada.
    Pienso que la mirada y los ojos son análogos del mundo en la cosmovisión
    becqueriana. Mediante los ojos, en la mirada, ve el poeta el mundo, tanto real
    (amor de su padre, los besos de su madre, el cariño de la mujer), como irreal
    (ojos de la mujer que vive en la imaginación poética, en los sueños de él).

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